martes, 26 de agosto de 2014

Encontrar un trapo rojo

En este día tan cortazariano, camino apurada. En la esquina de Av. de Los Incas y Gamarra me sorprende un trozo de tela rojo. La #EscenaLectora se me hace carne. Dudo un poco, pero decido levantar la tela y la guardo con cuidado en una bolsa. Llego tarde a mi cita, pero no puedo evitar detenerme.





Cuando desando el camino para volver a mi casa, me doy cuenta que la calle no era Gamarra sino Torrent. Fue la esquina de Los Incas y Torrent, entonces, la que me regaló un trozo de novela.

Llego a casa. Apenas entro suena el timbre. Es Daniela Goldín. Siempre es lindo que llegue.
Le cuento lo que me pasó, e inmediatamente busco Rayuela, hablamos sobre las ediciones. "Esa es la que yo leí", me dice ella. No recuerda el trapo rojo.  Me pongo a buscar el fragmento. Lo encuentro. Empiezo a leerlo pero no puedo terminar. Lloro. Dani se acerca y me abraza.

"En fin, no es fácil hablar de la Maga que a esta hora anda seguramente por Belleville o Pantin, mirando aplicadamente el suelo hasta encontrar un pedazo de género rojo. Si no lo encuentra seguirá así toda la noche, revolverá en los tachos de basura, los ojos vidriosos, convencida de que algo horrible le va a ocurrir si no encuentra esa prenda de rescate, la señal del perdón o del aplazamiento. Sé lo que es eso porque también obedezco a esas señales, también hay veces en que me toca encontrar trapo rojo."

Julio Cortázar, Rayuela.






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