El día después del cumpleaños, un sol hermoso y la promesa de un asado en el jardín.
Primero fuimos a buscar a Istvansch, que contaba con alojamiento privado, -ojo-. Luego nos fuimos, con Marce a la librería Wallen, donde encontramos promesas de #EscenasLectoras por doquier. Algunas nos las llevamos.
Cuando
llegamos a la casa que nos alojaba nos quedaban el jardín, el asado, y
unas horas antes de las vueltas a Buenos Aires y a Chile.
Al sol pleno, Istvansch leía La extraña, del derecho y del revés.
“Durante meses vivió pacientemente en habitaciones desconocidas, con una mujer desconocida, con el patético disfraz de un hombre maduro enamorado, en un entorno difícil de definir, esperando una señal.”
“En la cima de la isla, sumido en aquella iluminación insólita y alarmante, se sintió solo por primera vez en su vida. Eso lo sorprendió. Sus amigos solían considerarlo “una persona solitaria”. Ahora le pareció que no había tenido ni idea de lo que era la soledad, había vivido en medio de un gran tumulto desde el momento de nacer. Aquello era por fin la soledad: lo que le rodeaba allí, aquel crepúsculo incoloro y agonizante, aquel silencio denso y oleoso, y allá abajo el mar, cuya inmensa superficie reflejaba el vacío del cielo; y él, al fin, podía agarrarse a aquella costa como un náufrago al arrecife”.
La extraña, Sándor Márai
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Marcela, protegida por la sombra, se embarcó en Tres historias en torno a Gatsby. No sé cuál de las tres historias leía en ese momento, elijo arbitrariamente, Sueños de invierno.
"Algunos de los caddies del campo de golf eran más pobres que las ratas y vivían en casas de una sola habitación con una vaca neurasténica en el patio, pero el padre de Dexter Green era el dueño de la segunda droguería de Black Bear —la mejor era El Cubo, que contaba entre sus clientes a los más ricos de Sherry Island—, y Dexter era caddie sólo por ganar algún dinero para sus gastos.
En otoño, cuando los días se volvían crudos y grises, y el largo invierno de Minnesota caía como la blanca tapadera de una caja, los esquís de Dexter se deslizaban sobre la nieve que ocultaba las calles del campo de golf. En días así el campo le producía una sensación de profunda melancolía..."
Sueños de invierno, Francis Scott Fitzgerald
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En la espera del asado, yo estaba terminando Días sin hambre.
Se hacía más fuerte que el hambre, más fuerte que la necesidad.”
Días sin hambre, Delphine De Vigan
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Roberto se puso a hacer el asado. En eso entró corriendo, pero sigiloso, Istvansch y me dijo: ¡Mirá, mirá lo que hace Roberto, lee antes de elegir que diario o revista echar al fuego, andá y sacale una foto, no tardes que te la vas a perder!
Nos acercamos y descubrimos un ejemplar único. Istvansch y yo nos sumamos a la lectura increíble. Firmenich desde la celda en Brasil, la muerte de Cortázar... Un ejemplar incunable: Revista La semana circa 1984.
Nos acercamos y descubrimos un ejemplar único. Istvansch y yo nos sumamos a la lectura increíble. Firmenich desde la celda en Brasil, la muerte de Cortázar... Un ejemplar incunable: Revista La semana circa 1984.
Yo dije que no puede hacerse fuego esa revista. Istvansch me apoya y Roberto me la regala. En la casa se quejan, que era una revista de guardar. Fue en ese momento en el que nos enteramos que Istvansch tiene un archivo de sus recortes seleccionados, para el que, obviamente, sigue un método: guarda los artículos, cuando llega a un número X, elabora un índice y los anilla. Y va armando tomos. (¡Quiero que venga a mi casa a organizar mis recortes!-entre otras cosas-)
“En realidad, sólo falta López Rega. La débil democracia de Raúl Alfonsín ha logrado en 60 días lo que nadie se hubiera atrevido a imaginar. No sólo ha enjuiciado a los integrantes de las tres Juntas Militares, sino que acaba de provocar el arresto en Brasil del más peligroso terrorista argentino, Mario Eduardo Firmenich, y ha logrado capturar en Córdoba a Aníbal Gordon, sobre el que pesan innumerables crímenes. La débil democracia ha conseguido además detener, acusado de malversación de fondos públicos, al ex intendente Osvaldo Cacciatore y tiene entre rejas, acusado de cometer crímenes contra el género humano, al ex jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires, general Ramón Camps. Finalmente, acaba de detener en base a acusaciones similares al ex titular de la Escuela de Mecánica de la Armada, contraalmirante Rubén Chamorro. Un verdadero record en solamente 60 días. Ahora, sólo falta López Rega. ”
Julio César Petrarca, revista La Semana, 23 de febrero de 1984
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Entre charlas, listas y fotos, comemos. Delicioso asado. La revista se salva. El vacío no.
(Muchas gracias a Istvansch, a Marcela y a Roberto.
Y próximamente un
especial #EscenasLectoras de este
ejemplar de Revista La Semana.)
Con esta nota una se siente parte de esa mañana especial, y también estiro la mano para tocar con ternura "Materia Dispuesta", de Juan Villoro, nuestro libro del mes... Así transcurre la vida, entrelectucturas, entre amigos/as, entre trabajos. Un abrazo desde San Martín de los Andes, que queremos mucho a Itsvan!!!! Todo está verde y límpido por aquí, una mañana de sol y lago.
ResponderEliminarQué bellas escenas y grato reencuentro con ese muchacho llamado Istvan!! Ahora me surgen las ganas de ir por esos títulos que se dejaban leer y adorar al sol. Gracias. Abrazo.
ResponderEliminarMarisa
Me tomé la libertad de copiar el texto que salió en La Semana en el 84. Y lo levanté en mi cuenta. Gracias por tu colaboración!!! No quise dejar pasar la oportunidad de que se recuerde lo que se hizo en los albores de esta etapa de la democracia (el texto se lo robé a Juan Martini que lo había compartido con vos)
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